Dedicado a Ernest, Eugenio, Fernando y Toni, mis flechas enterradas en otoño.
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“ … As palabras non son nosas, non nos pertenecen, senón que veñen cando elas queren, coma eses que contan historias e de súpeto fican parados e non poden continuar, e hai que deixar que dean outra vez co rego no medio do labirinto que só eles entenden…”
“ … Que cega é às veces a alma dos homes. Tanto tempo que pasou polas cousas e sinto a súa memoria dentro de min coma unha doce fontana, auga de mel que aburbulla no máis íntimo de miña condición de sombra e agranda coa súa ausencia esta soidade terrible que me castiga …”
“ … E foi como se parase o tempo, gaiteiro, como se un dedo poderoso detivese nalgures a máquina das esferas, o devalo das mareas, o paso dos días e das noites, e ficásemos quietos, de súpeto, naquela inmensa soidade dos abismos, derrubadoiros de rocha espida, altas paredes de mármore, varandas de cristal, luminosa frialdade de cavorcos e simas profundas. Nada se sentía. Nin o canto dun paxaro, nin o voo da aguia, nin tan sequera o balbor do rio nas freixas. Unicamente o pozo sen fondo da ausencia do meu amigo …”
(Victor F. Freixanes: A cidade dos Césares)
“ … Las palabras no son nuestras, no nos pertenecen, sino que vienen cuando quieren, como esos que cuentan historias y de pronto se quedan parados y no pueden continuar, y hay que dejar que encuentren de nuevo el camino en medio del laberinto que sólo ellos entienden…”
“ … Qué ciega es a veces el alma de los hombres. Tanto tiempo transcurrido por las cosas y siento su memoria dentro de mí como una dulce fontana, agua de miel que borbotea en lo más íntimo de mi condición de sombra y agranda con su ausencia esta soledad terrible que me castiga ..”
“ … Y fue como si se parase el tiempo, gaitero, como si un dedo poderoso detuviese en algún lugar la máquina de las esferas, el reflujo de las mareas, el paso de los días y de las noches, y nos quedásemos quietos, súbitamente, en aquella inmensa soledad de los abismos, derribaderos de roca desnuda, altas paredes de mármol, barandas de cristal, luminosa frialdad de barrancos y simas profundas. Nada se oía. Ni el canto de un pájaro, ni el vuelo del águila, ni tan siquiera el rumor del río en la fresneda. Únicamente el pozo sin fondo de la ausencia de mi amigo …"
Te dejo un fuerte abrazo. Confiemos en que incluso en invierno es posible que nos nazca en el pecho aunque sea un poquito de primavera. Que descansen sus cuerpos y sus sonrisas no se borren del recuerdo.
Publicado por: Odalys | 23 noviembre 2005 en 06:52 p.m.
No tengo palabras, en esta ocasión al menos. Pero hay una: la palabra otoño. Otoño: época terrible, casi siempre, que nos deja más solos, más huérfanos. Se caen las hojas y se mueren los amigos.
Pero aquí estamos las personas que nos queremos.
Publicado por: Roberto Zucco | 20 noviembre 2005 en 04:27 p.m.
Y a veces ni siquiera se puede decir nada más bello que el silencio... después de leer tus palabras. Besos.
Publicado por: Brisa | 18 noviembre 2005 en 02:58 p.m.
Qué hermosa entrada y qué placer releer los textos que enlazas desde ella. Qué guapa eres (no se me ocurre otra forma de decirlo, alma grande). Qué mar de ternura. Qué miedo que la melancolía, nuestra común amiga, acampe demasiado tiempo en tu pecho y te destiña el corazón (no lo permitas). Cuánto hay que quererte, sin remedio. (Las palabras, estos días, no me vienen. Estoy abandonado. Mudo. Pero decirte esto, ya ves, me ha salido solo). Un abrazo fuerte.
Publicado por: Ernesto | 14 noviembre 2005 en 09:05 p.m.
Que preciosidad.....
Coincido con Chusbq me encanta oir o leer el gallego..tiene una sonoridad especial.
Un beso :)
Publicado por: Grial | 14 noviembre 2005 en 07:14 p.m.
Precioso homenaje.
Las palabras vienen cuando quieren.
Un beso.
Publicado por: amanda | 12 noviembre 2005 en 10:30 a.m.
Como le digo a muralla cuando escribe algo en gallego, suena a campanillas, se entiende bastante bien.
Me gustaría decirte que el primer párrafo lo entiendo de maravilla, cuando uno quiere escribir algo hay veces que sin querer y en un momento llenas un folio y luego casi no tienes que borrar nada, otras en cambio puedes tener todo el tiempo del mundo, todas las ganas que quieras que las palabras no salen o lo que sale es tan forzado que hay que borrarlo casi todo.
Por cierto a propósito de esto el otro día lei que se explicaba un señor que había propiciado una ley para que los tartamudos no fuesen discriminados y exponía que estas personas oyen muy bien y que su cerebro capta muy bien las palabras pero que, después, a la hora de decirlas les era imposible porque esas palabras se enredaban de alguna manera en el laberinto neuronal y era imposible para ellos encontrarlas a su debido tiempo y que por eso no podían hablar seguido. Sé que es un detalle muy prágmatico ante la sensibilidad de lo que escribió Victor F. Freixanes y tu nos descubres pero espero que me perdones el haber sido un poco prágmatico.
Un saludo
Publicado por: Chusbg | 09 noviembre 2005 en 08:47 p.m.